Tuvieron 2 momentos claves: hasta la primera mitad del siglo XVII y desde allí hasta mediados del siglo XIX, época en que desaparecieron. La diferencia entre ambos momentos fue el dominio del caballo, como instrumento de transporte, caza y guerra.
Los del primer período se dedicaban sobre todo a la caza de venados y ñandúes. Usaron las boleadoras (de 2 y 3 bolas). Usaron grandes canoas para la pesca. Con la llegada del caballo emplearon lanzas de varios metros de largo.
Viviendas: era muy particular: constaba de 4 estacas colocadas de manera que formaban un cuadrado abierto por delante y sin techo; las paredes eran esteras de juncos entrelazados, colgadas de travesaños que sostenían las estacas.
A partir del siglo XVII construyeron sus chozas con ramas arqueadas y cubiertas con cueros de caballo o vaca. Su cama era un cuero en el suelo.
Vestimenta: usaron mantos de piel como los indios patagones del sur del país. Se denominaron quillangos (quiyapi). Los usaron con el pelo hacia adentro y el la parte exterior pintada con figuras geométricas. Lógicamente los quillangos eran para el invierno. En verano usaron un delantal de cuero o algodón. Como ornamento, usaron un tabique en la nariz, pintura y tatuajes.
La matanza de Salsipuedes

El saldo según la historiografía oficial fue de 40 indios muertos y 300 prisioneros, de los cuales algunos lograron huir siendo perseguidos por Bernabé Rivera. Entre las tropas hubo 9 heridos y un muerto.
La persecución de los charrúas no se agotó en la matanza de Salsipuedes. Bernabé Rivera, en particular, tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar. El 17 de agosto de 1831 sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del Río Arapey, a un grupo de charrúas comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, a los que atacó saldándose el episodio con 15 muertos y más de 80 prisioneros. Informó que habían conseguido escapar 18 hombres, entre ellos, el cacique Polidoro, único cacique sobreviviente. El 16 de junio de 1832 localizó a un grupo de charrúas en una hondonada llamada Yacaré-Cururú. En una emboscada, los charrúas mataron a Bernabé, a dos oficiales y a nueve soldados.

Actualmente se calcula que en Uruguay, Brasil y Argentina hay entre 160.000 y 300.000 descendientes de charrúas, todos ellos mestizos. Un grupo de ellos lleva adelante un proceso de recuperación de su identidad indígena, especialmente en Entre Ríos, donde se han restablecido seis comunidades charrúas.
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